martes, 15 de diciembre de 2009

¿Podemos hablar de discriminación laboral?




No podemos negar que el papel social de las mujeres es relevante, su acceso a la educación se ha conseguido de forma generalizada y su participación en el mercado laboral ha aumentado significativamente. En nuestro entorno más cercano, los cambios sociales


acontecidos en los últimos tiempos, como es el caso del gobierno paritario de nuestro país, pueden hacer pensar que discriminación de género es una imagen del pasado, una situación finalmente superada. Sin embargo, bajo esta imagen de aparente igualdad se oculta una situación en la que se sigue manteniendo la segregación laboral entre la población femenina y masculina, siendo las mujeres las que tienen las peores condiciones laborales. Entre otros muchos aspectos, las mujeres ingresan un salario menor que los hombres por trabajos de igual valor, tienen una mayor tasa de desempleo, ocupan las categorías más bajas o tienen peores


formas de contratación. Si estos aspectos demuestran que hoy por hoy todavía existe discriminación de género, todavía son más llamativas las diferencias entre mujeres y hombres en el acceso al poder. De hecho, las mujeres encuentran grandes dificultades para acceder y permanecer en los puestos de responsabilidad en todos los ámbitos, bien sea político, económico, laboral, social, judicial, universitario, etc. A medida que ascendemos en la organización laboral la presencia de mujeres es prácticamente inexistente, estando los puestos de mayor responsabilidad ocupados principalmente por hombres. Sigue siendo, por tanto, excepcional la presencia de mujeres en los núcleos de poder y en los niveles más altos de toma de decisiones de las organizaciones,


que parecen reservados casi exclusivamente a los hombres.


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