lunes, 14 de diciembre de 2009

Diversidad cultural: un desafio economico cultural



¿Cuál será el impacto de una red informática mundial que permita la expresión abierta y la circulación de todos los tipos de documentos sobre los foros culturales? La construcción de las sociedades de la información inclusivas vuelve a lanzar el debate sobre la diversidad cultural, renovando la percepción común y la evolución de este término de contornos mal definidos.


El término “diversidad cultural” ha sido utilizado en primer lugar con referencia a la diversidad en el seno de un sistema cultural dado, para designar la multiplicidad de sub - culturas y de sub - poblaciones de dimensiones variables que comparten un conjunto de valores y de ideas fundamentales. Seguidamente, ha sido utilizado en un contexto de mestizaje social, para describir la cohabitación de diferentes sistemas culturales, o por lo menos la existencia de otros grupos sociales importantes en el seno de las mismas fronteras geopolíticas. En los países del Tercer Mundo, la diversidad de las identidades culturales se convertirá rápidamente, en la época de la descolonización, en un argumento político a favor de la liberación y de la independencia de los países colonizados. Posteriormente, a partir de los años 60, impulsará una nueva visión del desarrollo, el desarrollo endógeno. Será seguido, por otra parte, por la puesta en relieve de un nuevo vínculo, el de la cultura y la democracia, que conducirá a dar prioridad “a la promoción de las expresiones culturales de las minorías en el marco del pluralismo cultural”.


Hoy en día, el término “diversidad cultural” tiende a reemplazar la noción de “excepción cultural” utilizada en las negociaciones comerciales a partir del ciclo Uruguay en el GATT, luego de la OMC. En este enfoque, la diversidad cultural apunta a garantizar el tratamiento particular de los bienes y de los servicios culturales con medidas nacionales o internacionales. La UNESCO redacta actualmente (firma prevista en noviembre de 2005) un “Convenio sobre la protección y la promoción de la diversidad de los contenidos culturales” [2].


La protección de la diversidad cultural desde un punto de vista político y económico se vuelve en efecto urgente con la mundialización, que se caracteriza por la liberalización en gran escala de los intercambios económicos y comerciales, y en consecuencia, lo que se ha llamado la mercantilización de la cultura. Se puede notar por ejemplo que en el curso de las dos últimas décadas, el comercio de los bienes culturales se ha cuadriplicado y las nuevas reglas internacionales (OMC, OCDE) en materia de comercio suprimen cada vez más, en nombre de la libertad del mercado y del libre comercio, las intervenciones de apoyo o de protección de los Estados a favor de los bienes y servicios nacionales. La declaración independiente de la sociedad civil SMSI señala la urgencia de la situación en estos términos “La información y el saber son transformados cada vez más en recursos privados susceptibles de ser controlados, vendidos o comprados, como si fueran simples mercaderías y no componentes indispensables para la organización y el desarrollo social. Así, reconocemos que es urgente encontrar soluciones a estos problemas, a los cuales las sociedades de la información y de la comunicación se confrontan en primer lugar”.


Con el advenimiento de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, las grandes firmas comerciales han aprovechado estos cambios inducidos para hacer adoptar peligrosas revisiones de textos legislativos en el sentido de una propiedad comercial de la cultura. Esta ofensiva de una cultura “mercantilizada” tiende a desplazar los lugares de debate y de decisión de los organismos multilaterales de la ONU hacia entidades como la OMC y los acuerdos y tratados de libre intercambio regionales o bilaterales. El tema de los debates internacionales sobre la cultura consiste pues en garantizar la supervivencia de la diversidad cultural, a pesar de los peligros de la sociedad de la información. En todo caso, para los representantes de los pueblos autóctonos, la evolución de las sociedades de la información y de la comunicación debe reposar sobre el respeto y la promoción de los derechos de las poblaciones indígenas y de su carácter distintivo, aun cuando la idea de la promoción siga siendo difícilmente aceptable para los partidarios del libre comercio.



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